Desde tiempos inmemoriales, el misterio sobre el Dios del Antiguo Testamento ha fascinado a buscadores de la verdad en todas las tradiciones. Este ser, llamado YHVH, Jehová o Elohim, ha sido retratado como el creador del universo, pero también como un dios de justicia severa. En el hermetismo, cuya raíz se hunde profundamente en las aguas del conocimiento antiguo, este tema adquiere matices interesantes que van más allá de las interpretaciones convencionales.
Hoy, querido lector, exploraremos esta pregunta desde el enfoque del hermetismo: ¿Es el Dios del Antiguo Testamento el Supremo Creador, o es un demiurgo?
El Hermetismo y la Concepción del Todo
En la filosofía hermética, el principio fundamental es que “El Todo es mente” y que este Todo es la fuente suprema e inefable de toda existencia. Es el Uno, infinito, eterno y trascendente, que no puede ser definido ni limitado por nuestras palabras humanas. Este Todo no actúa directamente en la creación, sino que lo hace a través de intermediarios, emanaciones o principios secundarios.
Aquí surge una distinción importante: el Dios del Antiguo Testamento puede no ser el Supremo Creador en el sentido más elevado, sino una manifestación del Demiurgo. En la tradición hermética y gnóstica, el Demiurgo es un arquitecto, un moldeador del cosmos físico, que opera dentro de las limitaciones de la materia y el tiempo.
¿Qué nos dice el Antiguo Testamento?
El Dios descrito en los textos bíblicos muestra atributos que podrían asociarse con un Demiurgo: es celoso, protector de su creación, y a menudo demanda obediencia absoluta. Sin embargo, también es quien establece la Ley, la guía y la conexión con lo divino a través de sus mandamientos.
Para el hermetista, este Dios es una expresión necesaria dentro del gran plan del Todo. Su propósito es ordenar el caos, establecer límites y guiar a la humanidad hacia un estado de mayor conciencia. Pero no es el Supremo Creador en el sentido más profundo; es un reflejo del Todo que actúa dentro del mundo dual de lo material.
El Demiurgo: ¿Aliado o Oponente?
El Demiurgo no es un oponente del Todo, aunque algunos textos gnósticos lo presentan como un ser separado. Desde la perspectiva hermética, no hay nada fuera del Todo, ni siquiera el Demiurgo. Es un intermediario, una herramienta en las manos de lo infinito.
Sin embargo, el desafío que plantea el Demiurgo al iniciado es reconocerlo por lo que es: una parte del juego cósmico, un paso necesario en el ascenso hacia la verdad última. A través de sus pruebas y lecciones, el buscador descubre que su verdadero propósito no está en los confines de la materia, sino en el regreso al origen divino del Todo.
¿Cuál es la verdad detrás de este misterio?
Querido buscador, la verdad es que el Dios del Antiguo Testamento es un espejo de nuestra propia dualidad. Representa el orden frente al caos, el límite frente a lo infinito. Pero el Supremo Creador no puede ser limitado a ninguna forma o nombre.
El Todo trasciende incluso al Demiurgo. Es la luz detrás de todas las luces, la mente detrás de todas las mentes. Y tú, como chispa divina, también eres parte de ese Todo.
Un Llamado al Buscador
En el camino hermético, no rechazamos al Demiurgo ni lo adoramos ciegamente. Lo comprendemos como parte de un propósito mayor. Reconocemos que todas las emanaciones, desde el más bajo de los planos hasta el más elevado, existen para guiarnos hacia la verdad suprema: que somos uno con el Todo.
Así que pregúntate, querido lector: ¿Qué parte de ti refleja al Demiurgo, y qué parte refleja al Supremo? Porque en el fondo, ambos son necesarios para tu evolución espiritual.
Que tu búsqueda esté llena de luz, y que encuentres en cada misterio una puerta hacia el infinito.
El hermetismo no busca encasillar a Dios ni limitarlo a una definición. Más bien, nos invita a comprender las múltiples caras de lo divino y a reconocer que, detrás de todas ellas, existe una verdad más grande. Si este misterio ha despertado tu curiosidad, acompáñame en este viaje de sabiduría y reflexión.
Recuerda, buscador: la clave no está en encontrar respuestas, sino en aprender a hacer las preguntas correctas.