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Corpus Hermeticum II: Movimiento, Estabilidad y Conocimiento del Todo

Una contemplación sobre lo mutable y lo eterno

En las cumbres silenciosas del pensamiento hermético, tres palabras brillan como faros antiguos: movimiento, estabilidad, conocimiento. No son ideas sueltas ni abstracciones filosóficas. Son llaves vivas, misterios que nos invitan a comprender cómo el Todo se expresa, cómo el Uno se manifiesta en lo múltiple, y cuál es el papel del ser humano entre la danza y el reposo.

La danza invisible del Todo

(Sobre el movimiento)

“Todo lo que se mueve, lo hace en algo, y es movido por algo más fuerte.”
(Corpus Hermeticum II)

Todo lo que vive, se mueve.
La hoja que cae, la sangre que pulsa, el pensamiento que nace, incluso la emoción que nos roza en el silencio: todo es un latido del universo. Pero si hay algo que se mueve, necesariamente ha de existir un punto inmóvil que le permita ese movimiento. El Hermetismo llama a ese punto inmóvil lo incorpóreo, el espacio invisible donde todo se contiene. Allí reposa el misterio de Dios.

El Corpus susurra:

“El movimiento es vida, pero el conocimiento es quietud.”

¿Y qué es el ser humano sino ese lugar donde el mundo visible se encuentra con lo invisible? Somos el puente viviente entre el flujo de lo temporal y la firmeza de lo eterno. Nuestra alma se mueve, sí, pero no lo hace sin rumbo: danza hacia aquello que no cambia.

El centro inmóvil

(Sobre la estabilidad)

“Lo que mueve está quieto.”
(CH II, 5)

Observa.
Respirar es movimiento. Meditar es quietud.
No son cosas opuestas: son las dos caras de un mismo misterio.

Aquel que se deja arrastrar por lo mutable olvida su centro. Pero aquel que aprende a mirar con el nous, el ojo del alma, descubre una verdad profunda: dentro de nosotros hay un punto que nunca ha nacido ni morirá, una chispa inmóvil que no participa del devenir, sino que lo sostiene. Es el eco del Uno en nosotros.

Así se cumple el axioma hermético:

“Como es arriba, es abajo.”
Porque en ti también hay un cielo, una esfera invisible que no gira, pero lo contiene todo.

El recuerdo del Todo

(Sobre el conocimiento)

“El alma tiene dentro de sí la inteligencia, y la inteligencia el logos, y el logos está en Dios.”
(adaptado del CH II y CH XI)

Ese punto inmóvil dentro de ti no es una ausencia: es presencia pura. Es el Nous, el Intelecto divino que mora en el fondo del alma, aguardando el despertar de la consciencia.

Cuando lo recuerdas no con la mente, sino con la totalidad de tu ser ocurre un alineamiento silencioso. Como si de pronto todo tu ser se pusiera de pie hacia lo alto. El caos se ordena, el tiempo se disuelve, y lo que parecía complejo se revela como sencillo: el Todo es Uno, y tú estás en Él.

Este conocimiento no se enseña: se despierta.
No se explica: se contempla.

Y entonces recuerdas quién eres:

No solo cuerpo que se agita,
ni mente que se dispersa,
sino alma que danza hacia el Uno,
recordando el camino a casa.

Iskaria Mortis

5 comentarios en «Corpus Hermeticum II: Movimiento, Estabilidad y Conocimiento del Todo»

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